Sos tranquila e intensa, detalles que solo vos sabés tener,
me das paz con tu risa y esas charlas antes de dormir al caer.
Nuestro idioma secreto, lo que nadie más podría entender,
y esa mirada tuya que responde justo cuando yo empiezo a querer.
Fuiste piloto, de esas que frenan tarde pero saben volver,
agresiva y cuidadosa, con estilo para correr.
Y hoy manejás mi vida con la misma forma de ser:
sin miedo al camino, pero lista para creer.
Amamos la naturaleza, los animales, el cielo al atardecer,
y cada vez que me ves sonriendo, vos sonreís también,
como si Dios mismo hubiera escrito ese gesto sin querer,
uniendo nuestras vidas justo cuando tenía que suceder.
Y si Dios nos guía, sé que lo nuestro no se puede romper,
porque cuando pienso en el futuro, hay algo que no puedo esconder:
imagino una familia, hijos, un hogar que podamos crecer,
y tu nombre al lado del mío, como siempre tuvo que ser.